El tratamiento de enfermedades mentales es una de las soluciones más complejas dentro de la medicina, porque existen casos en donde la causa de la afección es difícil o hasta imposible de determinar. La ciencia tiene sus limitaciones, algo que por lo menos desde este blog no hay problema en aceptar. De todas maneras, los esfuerzos combinados de psicólogos y psicólogas pueden hacer mucho por un o una paciente, eso sí, siempre y cuando pueda haber colaboración externa de forma efectiva.
La colaboración externa es el conjunto de factores tanto humanos como de vivencia que rodean al hombre o la mujer afectado(a) por una enfermedad mental. Es decir, su entorno puede ser propicio o contraproducente para su recuperación. Por esa razón, quienes son diagnosticados(as) como enfermos(as) mentales si por ejemplo tienen apoyo de su familia o de alguien que asuma la responsabilidad de cuidar a esa persona, tiene un mejor panorama por decirlo así que quienes están virtualmente o completamente solos(as) en estas situaciones.
Enfoquémonos un poco más en el ambiente. Los sitios en donde se tratan a los(as) enfermos(as) mentales deben ser, como si se tratara de cualquier otro centro de salud, asépticos, con buena iluminación y de ser posible con un personal dispuesto a colaborar de la mejor manera en la medida de sus posibilidades. También deben contar con el equipo especializado (correas, camisas de fuerza, medicamentos, alarmas, etc.), para que los procesos de tratamiento sean más exitosos en teoría. Como se ve, se trata de una acción verdaderamente conjunta.
Dependiendo de la afección sicológica, el o la paciente puede ser tratado o tratada con medicamentos especiales. Hay quienes necesitan de algunos analgésicos o compuestos para tratar de llevar una vida sin mayores contratiempos. Por eso, no todos los enfermos y no todas las enfermas mentales necesariamente deben estar en encierro. Pueden hacer su vida cotidiana en algunos casos, pero tienen que estar bajo constante revisión médica y tomar las drogas indicadas. Otros casos son más extremos y requieren una reclusión permanente.
En este caso, el paciente o la paciente puede que no sea consciente de sus actos y por eso necesita de un control permanente. Los llamados manicomios no son asunto de risa ni de broma, y aunque algunas películas han mostrado de alguna u otra manera la actividad de ellos como “Atrapado sin salida”, “Despertares” “12 monos” o “Pescador de ilusiones”, el problema resulta bastante complejo.
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