Algunas autoridades de Estados Unidos se han pronunciado fuertemente contra los exámenes para detectar cáncer de próstata en los hombres. La prueba, que se conoce con el nombre médico oficial de PSA por su sigla en inglés (antígeno prostático específico), no debe ser aplicada a hombres de todas las edades por su alto grado de injerencia en el organismo. Muchos de los cuerpos no están capacitados para recibir este tipo de análisis, ha dicho con vehemencia, por ejemplo, la Fuerza de Tarea de Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF, por su sigla en inglés).
La edad en la que los hombres tienen más riesgos de sufrir complicaciones por el examen de próstata, es cuando tienen más de 75 años o se encuentran al borde de este tiempo de vida, según la USPSTF. El examen prostático natural se hace mediante una prueba de sangre, en la que se mide si en esta hay un exceso de la proteína PSA, que es la más conocida hasta ahora que puede ser indicadora de la presencia de tumores benignos o tumores malignos que se desarrollan en la próstata.
Estados Unidos, por supuesto, es uno de los países con mayor índice de análisis para detección de este agente patológico. Se calcula que anualmente, sólo en esta nación, 20 millones de hombres se someten a este examen. Inmediatamente después de los 40 años, se lo hacen realizar quienes tienen antecedentes de cáncer prostático. El resto de población por lo general escoge los 50 años o más adelante, al considerar que puede ser un tiempo ideal para el diagnóstico positivo o negativo.
Hay un dato importante revelado por la USPSTF, que sostiene que si en la sangre se encuentra una alta concentración de PSA, es más probable que el hombre desarrolle tumores malignos en la próstata pero a largo plazo. Esto, en otras palabras, significa que no necesariamente esta enfermedad sería la causa de mortalidad que se sospecha pasa en muchos pacientes diagnosticados con el mal. Los tratamientos para tratar la enfermedad tienen devastadores efectos secundarios, ha revelado esta organización.
Entre ellos se nombran las embolias y los ataques cardiacos, así como también un alto índice de desarrollo de incontinencia urinaria e impotencia sexual. Michael LeFevre, vicepresidente de la Fuerza de Tarea de Servicios Preventivos, ha dicho que mientras un hombre de cada mil moriría por el simple diagnóstico, de esos mismos mil tres morirían por los tratamientos.
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