Las vacunas contra la gripe están en el grupo de las inoculaciones que se rediseñan anualmente, puesto que las cepas del virus de la influenza en algunas ocasiones mutan para ser más resistentes a los antibióticos y demás fármacos aliviadores. Recordemos que hay tres especies de gripe de acuerdo a la presencia de un determinado virus que se nombra con las tres primeras letras del abecedario. Cada uno de ellos exige de una vacuna particular. Su administración incorrecta puede causar descompensaciones en el organismo que pueden generar problemas mayores.
El virus A es el que más muta a lo largo del año y también el responsable de mayores casos de infección en grandes poblaciones generales. Su resistencia ha hecho que los farmacólogos desarrollen además de unas vacunas primarias unas vacunas suplentes, que pueden ayudar a que en ciertos casos los efectos de la enfermedad se puedan reducir al máximo cuando aparezca manifiesta en el paciente. No obstante, esta debe aplicarse en los niños de entre un año y dos años para que la generación de anticuerpos sea más efectiva a lo largo de la vida si se trata de una población representativa.
El virus B puede llegar a causar algunos brotes molestos en la piel que conducen a una picazón intensa, que puede ser controlada muy bien con ciertos productos que calman la epidermis irritada. De aquí se desprende el tipo de vacuna que es más aplicada tanto en adolescentes como en preadolescentes, claro, siempre y cuando se tenga en cuenta la opinión de un profesional médico que autorice por las condiciones clínicas del paciente su aplicación.
El virus C es el menos peligroso o menos problemático de todos. El tipo de vacuna que más se aplica en los adultos pertenece a esta clase de “visitante”, sobre todo en las épocas en donde en ciertos lugares hay un cambio climático bastante severo por demás. Es una vacuna más de prevención, que se puede ajustar incluso a otros grandes programas de inmunización por parte de algunos centros de salud que prestan campañas generales.
La aplicación de las vacunas contra la gripe se hace directamente en el músculo deltoides, y también puede ser administrada a personas mayores de 65 años, que tengan problemas cardiacos o respiratorios, que trabajen en zonas como clínicas y hospitales, que sean tratadas con quimioterapia o sean VIH positivas. Algunas personas pueden experimentar efectos secundarios después de aplicadas.
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